Hoy hace seis años que llegué a Salónica (Grecia) cargado con una mochila de ilusiones y un gran saco lleno de incertidumbre. Dejaba en Irun a mi familia, un buen trabajo en Donostia y un montón de amigos alrededor de España con la idea de empezar una nueva vida llena de aventuras y diferentes experiencias.
No tenía muy claro lo que iba a pasar. No había ningún gran plan. Llegué a Grecia con la intención de pasar el verano allí con mis amigos griegos disfrutando de las islas del Egeo. Pero me fui con billete sólo de ida, sin una fecha de vuelta determinada. Pasaron los días y luego los meses yendo de isla en isla, de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo buscando un sitio donde quedarme y empezar a trabajar dando clases de español hasta que, por la excusa de reencontrarme con amigos del País Vasco en Estambul, dí el salto a Turquía.
El plan turco consistía en pasar dos semanas viajando con mis amigos y volver a Grecia tras su marcha. Por primera vez en casi un año tenía un plan claro y sencillo pero no lo cumplí. El haber estado deambulando por Grecia sin tener un lugar fijo que llamar hogar infundió en mi un afán de aventura que me llevó a agotar mis tres meses de visado en Turquía. Antes de que se acabase mi visado turco encontré otra excusa para no volver a Grecia. Tenía que encontrarme en Tabriz (Irán) con Lionel, el catalán que conocí en Creta, para viajar juntos por Persia.
Una vez en Irán ya no pude dejar esta vida de trotamundos y, como mota de polvo que lleva el viento, empecé a deambular por diversos países hasta llegar al sudeste asiático. Crucé Asia Central, no sin antes visitar el Cáucaso y exploré la China rural hasta llegar a Vietnam desde donde recorrí casi todos los países del Sudeste Asiático.
En estos seis años sólo he vuelto a Irun, mi cuidad natal donde vive mi familia, en dos ocasiones. La primera en marzo de 2015 por la boda de mi hermano menor y en mayo de este año (2016) por el nacimiento de mi primer y reciente sobrina, Luna.
Pero el mundo sigue lleno de lugares y personas que esperan ser descubiertas. Quizás sean demasiados aunque yo sigo con la ilusión y esperanza de poder ver este mapa completamente naranja.
En octubre vuelvo a Kuala Lumpur. Llegaré allí de nuevo con una gran mochila sin un plan determinado pero con ganas de explorar nuevos horizontes. ¿Hacia dónde me llevará el viento esta vez?